jueves, 17 de octubre de 2013

The Blackout Boy o el chaval apagón

Por el sonido del despertador debían ser las 8:45.
Me levantaría pero que mejor que vacilar un rato en la cama y esperar a que vuelva a sonar el maldito tono... y efectivamente, vuelve a sonar y vuelvo a llegar tarde, como de costumbre.
Era uno de esos días en los que sé que todo irá mal, tenía los ojos pegados con algo que parecía ser pegamento industrial en forma de legañas.  Encendí la luz y no hubo suerte. A ciegas tiré de la persiana para dejar paso al sol hacía el cuarto, de nuevo sin suerte.


-Espera... algo pasa aquí...¿donde está la luz?

Sin inquietarme demasiado, quizá por la confianza que genera no tener la certeza de estar completamente despierto, no le dí demasiada importancia a que, al asomarme a la calle, no se viese apenas nada.

-Joder, esto parece serio, ¿donde estará el sol? -Pensé para mi mismo mientras me desperezaba, al tiempo que bostecé y un brillo amarillento salió de mi boca.
Era como Campanilla, el hada de Peter Pan, solo que no era como la de Disney, se parecía mas a Julia Roberts en Hook, pero con ropas más bien salidas de Pretty Woman, no me preguntéis por qué, no sabría contestaros. La inverosimilitud de aquel hecho no pareció afectarme en mi situación, por lo que me giré y me fui al cuarto de baño a lavarme la cara. 
Un tirón del cuello de la camiseta hizo que me volviese a mirar y...voila, me di cuenta de que, efectivamente, había un hada en mi habitación.

-¿Donde ibas chavalote?
-A lavarme la cara.
-No te preocupes, por mucha agua que le eches va a quedarse igual de dura.
-¿Qué? 
-Que no te enteras pasmado, a ver, ¿que hora es?.
- Y yo que sé... ¿las nueve de la mañana?
-Efectivamente genio, ¿y no te parece que algo no concuerda para ser las nueve de la mañana?.
-Es cierto, esta todo bastante oscuro, apenas te veo.
-Bingo, hoy te ha tocado un gran premio chaval, por tu soberana estupidez y tu magnífica fortuna los dioses de la naturaleza, hoy en día sepultada bajo la urbe, te hemos seleccionado para que pases un día en continua penumbra.
-¿Por qué?
-Tu sabrás... Tu nombre por favor.
-...Raymond.
-Yo te declaro desde este segundo viandante en penumbra, señorito Raymond... ¿apellido?
-... Cricketts
- Raymond Cricketts- ¡Pluf!... y desapareció sin dejar rastro.

A partir de ese momento todo se quedó tal y como ella dijo, oscuro. No importaba cuantas luces encendiese, estaba en totalmente en penumbra, apenas veía lo que tenía delante. El pobre Raymond Cricketts, osea yo, no tenía suficiente con su miopía hipermétrope, sino que ahora encima estaba casi a oscuras. 
Como soy un chico tranquilo mantuve la serenidad, desayune y todo, si es que lo que comí era en realidad algún tipo de desayuno. Después de aquello me vestí con lo primero que saqué de los cajones y me dispuse para comenzar la jornada. Antes de salir de casa, algo brillaba con intermitencia en el cuarto contiguo, parece que mamá estaba dormida así que no la desperté, aunque no entendía muy bien por que brillaba.

Decidí tomar el autobús para ir a la universidad, era demasiado arriesgado ir en el coche, apenas veía por donde estaba caminando. Aunque no parecía haber nadie en el bus, si que había gente, si. Hice el amago de sentarme encima de, al menos, un par de personas hasta que encontré un sitio libre. Dos paradas después alguien que brillaba de la misma forma que mi madre pero con una intensidad mucho mayor se montó en el autobús, era un alivio encontrar a alguien así, irradiaba luz a mi campo de visión y en cierto modo me dejaba ver el resto de cosas alrededor. Quise saber quien era, pero cuando se giro hacia mi coincidió que se apagaba en una de esas intermitencias, cuando volvió a iluminarse, estaba de nuevo de espaldas. Creí reconocerla, si, era una chica, iba a acercarme pero bajó del bus. Como un loco pregunté en alto si aquella era la parada de la facultad, ante la respuesta positiva de algún tímido solidario del fondo, me bajé y miré alrededor intentando buscar a esta persona. Llegué tarde, no se veía ya.

Ni siquiera se muy bien como pude llegar a clase y tampoco como pude aguantar las horas allí sin ver nada. Bien es cierto que el resto de días tampoco aprovechaba mucho el tiempo por lo que no noté demasiado la diferencia. Alguno de mis compañeros mas cercanos llegaron y se sentaron junto a mi. Lo supe porque también emitían esa luz. No quise despegarme de ellos, me resultaba mucho mas fácil caminar por ahí cuando íbamos juntos por lo intenté no separarme. Lo intenté, pero de nuevo vi aquella persona de luz tan intensa que perdí en el autobús, era casi abrumador, me atraía. Una fuente de luz clara.

Me separé de ellos y me dirigí con la máxima velocidad que pude hacia ella. Era difícil, la intermitencia de la luz hacía que perseguirla fuese casi imposible, pero conseguí aproximarme. Me aproximé lo suficiente para ver quien era. Esta chica era... era una... buena amiga aunque ya no nos hablábamos, sucedieron cosas entre nosotros y ahora estábamos bastante distanciados.
Recé por que ella no me viese perseguirla de aquella manera tan torpe y absurda, pero creo que se dio cuenta desde el primer segundo. Se alejó, lo que por otra parte era normal, y según parecía, tomó el bus de regreso a casa. Como había hecho el ridículo ya lo suficiente, me escondí como pude y esperé al siguiente para evitar coincidir con ella de camino a casa. 

Sentado en la parada comenzó a sonar el móvil, era mi padre, me pidió que fuese a la tienda esta tarde a echar una mano. Lo que os decía, era uno de esos días, esos días de mierda, que sabes que van a ser de mierda pero por alguna extraña razón te da por desafiar a tu intuición y poner a prueba al destino. Ahora tendría que echar la tarde en la tienda y aguantar a papá que cuando me llamaba para echar una mano, solía ser porque tenía mucho trabajo y cuando tenía mucho trabajo solía estar de mal humor. 

Volví a casa, y mi madre, aún con aquel halo de luz amarillenta parpadeante, me esperaba para comer. Ni siquiera pude disfrutar la comida, apenas veía que entraba en la cuchara y tarde como media hora en terminar el plato. Para que veáis, ni siquiera se me apetecía postre después de aquello, y eso en mi es preocupante. Mamá me acercó en coche a la tienda y de camino fui pensando como haría frente a estar atendiendo a los clientes, si apenas veía a un palmo de mi cara.

Efectivamente, apenas veía a los clientes. Suerte que mi padre también emitía aquella extraña luminiscencia y pude defenderme mientras el estaba cerca, cuando se alejaba yo parecía un elefante en una cacharrería, supongo que al verme torpe decidió no separarse mucho de mi.  Al caer la noche cerramos la tienda y volvimos a casa. Estaba totalmente derrotado, solo quería que este día pasase y que todo volviese a la normalidad.

Normalmente era un chico bastante pasota, pocas cosas me afectaban y vivía un poco bastante en mi mundo, lo reconozco. Era difícil sacarme de mis casillas pero esto lo estaba consiguiendo. En cuanto pise mi casa me dirigí a mi cuarto y me acosté, no aguantaba más.

En medio de la noche me desperté. Sabía que era de noche por que pude ver la hora en el reloj, eran las 4:40. No sabía muy bien si lo que había vivido era real, creía que sí, porque todo estaba tal y como lo dejé, pero...

-Claro que lo que has vivido es real.- Era la pseudohadajuliaroberts otra vez. 
-No empecemos de nuevo por favor, menuda tortura.
-Tranquilo hijo, parece que no olvidarás este día con facilidad, no se repetirá a menos que tu quieras, es como una penitencia.
-¿Una penitencia?
-Si, querido Ray, Raymond o Raimundo... como quieras llamarte. ¿Has visto a las personas brillantes?
-Si. Mi padre y mi madre brillaban - Me levanté rápidamente para asomarme a comprobarlo, ya no brillaban- Ahora no brillan, algunos amigos también brillaban esta mañana en la facultad, pero no se por qué.
-Muy fácil querido Raymond, todas estas personas son importantes para ti, ¿verdad?.
-Si...Claro.
-Pues ese aura que les rodea está alimentada por ti.
-¿Por mi?
-Bueno, mas bien por algo que has hecho.
-¿Y que he hecho?.
-Daño, Ray, eso es lo que has hecho. La intensidad de la luz que emitía cada uno variaba según el daño que les has hecho. ¿Brillaba mucho esa chica verdad?.

De repente, recordé como brillaban todos. Aquellos que me importaban más, brillaban más, lo que significaba que era a quienes había hecho mas daño. Resulta paradójico, ¿verdad?.

-Si que brillaba...
-Tus padres tampoco se quedan cortos, quizá si no eres capaz de verlo te sea mas gráfico imaginarlo al revés. Imagina que sus vidas están llenas de color, de luz, pero cuando llegas tu y tu aura negativa te llevas una parte de esa luz que ellos tienen, dejándolo todo más gris, más oscuro.
-Me va quedando claro.
-No pasa nada Raymond, es simplemente un ejercicio, mañana volverás a tu vida normal y corriente... y podrás volver a ser un capullo si quieres.
-¿Tan capullo he sido?
- Eso te pregunto yo a ti.
-Bueno, gracias por esclarecerlo un poco, tenía mis dudas pero supongo que es así.
-No te preocupes chico, todavía estas a tiempo de cambiar un poco, quien sabe, quizá no tenga que volver a visitarte en un tiempo.
-No lo hagas, por lo que más quieras.
-Pues ya sabes chico, aplícate- ¡Pluf! volvió a esfumarse como si se tratase del chisporroteo final de una bengala de fiesta.


Me tomé en serio sus palabras, no quería que los demás me viesen como una mancha negra y, sobre todo, no quería sentirme como una mancha negra. Me encantaban los colores, yo quería ver colores y dar luz. Era una pena ser un tío tan gris, por lo que la siguiente mañana me puse manos a la obra para cambiarlo.

2 comentarios:

  1. Me sorprende la imaginación y el don de poder hacer que el lector (yo) se meta en la historia. Haces que la historia se visualice genial, te he visto en la facultad, en el bus, en tu casa... ¡me he imaginado a Julia Roberts! jajaja y tiene partes en las que sacas las sonrisas. La materia prima está clara... eso sí! (ya me pongo como Rotelmeyer) ojito a las tildes... un periodista de tu talla no puede permitírselas! me ha encantado. Largo pero engancha...
    Creo que no nos vendría mal recibir alguna visita del hada de vez en cuando, toparnos con nuestra medicina en las narices para escarmentar...
    Espero que no te sientas una persona gris. A los que te rodeamos nos aportas mucha luz.
    Un besazo, se te echa de menos!

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    Respuestas
    1. Las tildes y yo, yo y las tildes: historia de un amor imposible.
      Tienes que perdonármelo, eran las tantas de la madrugada y, aunque son mis horas fuertes, estaba muy cansado.
      Gracias por hacerme crítica de igual modo.
      Un abrazo muy muy enorme.

      P.D: ¿Tanto me parezco a Raymond?

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