domingo, 27 de octubre de 2013

La página del diario perdida.

Entre todas las insulsas y poco relevantes páginas que constituían mi diario tuve que arrancar la única que merecía la pena.



Suerte que creo recordar lo que dejé escrito en ella. Era algo más o menos así:

"Hoy no tengo miedo, ayer lo tuve, hace un año lo tuve...he estado teniéndolo casi todos los días de hace un tiempo para acá. Pero hoy no, hoy soy capaz.
Capaz de ver que lugar ocupa cada aspecto de mi vida en la misma. De recoger cada uno de ellos en un compartimento recóndito de mi pecho, de tal forma que, si las cosas se ponen feas y me topo con un camino de baches, estarán protegidas contra todo mal.
Hoy he sido capaz de proteger aquello que me importa en lo más profundo de mi ser, para así preservarlo durante mi vida"

...

¿Qué? Un buen párrafo, ¿verdad?.

....

Lo cierto es que nunca he tenido un diario. Y si algún día hubiese escrito una entrada en uno, de seguro no hubiese escrito algo así. Sería imposible.

¿Sabéis por qué?

Porque nunca lo he sentido. La seguridad es una ilusión traidora, que se desvanece cuando crees que estas acariciándola con la punta de los dedos.
La vida es, por más rutinaria que parezca, aleatoria. Aquellos que, como un servidor, llaman destino u otra suma de innumerables y trillados adjetivos al devenir de la existencia humana no son más que cobardes que quieren agarrarse a un clavo ardiendo para intentar evitar esa aleatoriedad. Ese clavo quema pero es placer bendito en las manos de muchos.
No importa, es una elección personal, una especie de fe. Quienes creemos en ello mantenemos esa situación sin rechistar, pero hay veces (muchas) que el clavo, por más que intentes evitarlo, quema en demasía. Tienes que soltarte y caes a un vacío del que no sabes cuando saldrás.
Probablemente tu solución sea agarrarte a otro clavo ardiendo, y así una y otra vez.

Quizá por eso no vaya a escribir nunca ese párrafo en ningún diario ni en ninguna especie de recordatorio. Además, cuando estás cayendo, el recuerdo de un tiempo mejor solo te hace caer más.
Te hace perder oportunidades y te coloca una venda en los ojos que te impide ser consciente de lo que te rodea...por eso, y por otras cosas más le tengo miedo a los diarios.

Si le tengo miedo a los diarios y en aquella idílica entrada empiezo diciendo que no tengo miedo, mal vamos. ¿Como podría ocurrir? Sería una paradoja.
Es imposible, como...
...Un momento...
...Quizá...
...¿Esto no parece un diario?...

No hay comentarios:

Publicar un comentario